En un pueblito remoto, en los rincones más oscuros de la memoria colectiva, se encuentra la leyenda del “Cegador del Campo de Maíz”, una historia que evoca terror y misterio incluso siglos después de los eventos que la inspiraron.
En los oscuros pasillos de la prisión estatal de Riverland, las sombras de un pasado atroz y siniestro parecen persistir, tejiendo una red de leyendas y horrores que han perdurado a lo largo de los siglos.
En las afueras de un pequeño pueblo, donde las historias de antaño se mezclan con la brisa del campo, se encuentra un pozo que ha adquirido una reputación oscura y misteriosa.
En el tranquilo pueblo de Córdoba, una vieja escuela primaria se yergue como un testigo silencioso de los años pasados. Sin embargo, cuando las noches de octubre caen sobre el pueblo, un aura de misterio y temor se cierne sobre el edificio abandonado.
En el corazón de un pequeño pueblo, en un panteón antiguo rodeado de lápidas desgastadas por el tiempo, se alza una leyenda que ha dejado a los residentes con los nervios de punta durante generaciones.
En un panteón conocido de México, un lugar donde yacen los restos de generaciones pasadas, se cuenta una historia que ha pasado de boca en boca durante años.
En la ciudad de Seattle, en pleno siglo XIX, se alzaba una casa antigua y sombría que se había ganado una reputación aterradora. Los lugareños susurraban sobre los oscuros secretos que albergaba y los fenómenos paranormales que ocurrían en su interior.