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En el bosque Misterio

El Eco de la Oscuridad

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Había una vez un pequeño pueblo ubicado en lo profundo del bosque. Este lugar, aislado del mundo exterior, estaba rodeado de árboles antiguos y densa vegetación que ocultaban los secretos más oscuros de la tierra.

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Había una vez un pequeño pueblo ubicado en lo profundo del bosque. Este lugar, aislado del mundo exterior, estaba rodeado de árboles antiguos y densa vegetación que ocultaban los secretos más oscuros de la tierra. Los lugareños vivían en armonía, pero siempre habían sabido que algo extraño acechaba en las sombras.

Una noche, durante una tormenta violenta, una joven llamada Eliza se aventuró fuera de su cabaña en busca de su gato perdido. A medida que avanzaba por el bosque, el sonido del viento se convirtió en un murmullo siniestro, y las sombras parecían moverse con vida propia. Los árboles crujían como si hablaran entre sí en un idioma ancestral.

De repente, Eliza sintió que alguien o algo la seguía. Su corazón latía desbocado mientras giraba para enfrentar la oscuridad, pero no había nada a la vista. Rápidamente, volvió sobre sus pasos, sintiendo que los árboles se cerraban a su alrededor, como si el mismo bosque la atrapara.

Entonces, un eco suave pero penetrante llenó el aire. Era un susurro, una risa, un lamento. Una voz que parecía venir de todas partes y ninguna parte al mismo tiempo. Eliza se estremeció y corrió aún más rápido, tropezando en la maleza y rasgándose la ropa.

Finalmente, llegó a las afueras del pueblo, jadeando y temblando. Contó su experiencia a los lugareños, pero muchos se limitaron a mirarla con expresiones preocupadas. Sabían lo que ella había enfrentado, el eco de la oscuridad, una presencia que había atormentado su pueblo durante generaciones.

Los ancianos habían advertido a la gente que nunca se aventurara en el bosque durante la noche, pero la curiosidad y el miedo habían empujado a más de uno a desafiar esas advertencias. El eco de la oscuridad, decían, era el lamento de almas atrapadas, los ecos de los que habían caído bajo el influjo del bosque.

A medida que pasaban los años, la leyenda del eco de la oscuridad persistía. Aunque el pueblo prosperaba de día, las noches seguían siendo inquietantes, y los más valientes se aventuraban ocasionalmente en el bosque, solo para regresar con miradas de terror en sus rostros.

Y así, el pequeño pueblo vivía en la frontera entre la luz y la oscuridad, con el eco susurrante de la oscuridad como un recordatorio constante de los secretos que yacían más allá de su comprensión.