En el octavo cumpleaños de Sarahí, una sombra de inquietud cayó sobre la celebración cuando su tía Rosario le regaló una muñeca rara y enigmática llamada Hortencia. Lo que parecía un regalo inocente pronto se transformó en una serie de eventos inexplicables que llenaron de temor a la familia de Sarahí.
Días después de su cumpleaños, los padres de Sarahí comenzaron a notar que la muñeca Hortencia parecía tener una vida propia. En varias ocasiones, descubrieron que la muñeca había cambiado de postura en la silla en la que Sarahí la había dejado. La inquietante imagen de la muñeca moviéndose por sí misma dejó a la familia perpleja y ansiosa por encontrar una explicación racional.
La inquietud creció a medida que los fenómenos extraños continuaron. La muñeca Hortencia parecía moverse cuando nadie la estaba tocando, y en ocasiones, los padres podían jurar que habían escuchado susurros provenientes de la muñeca en medio de la noche. Los nervios de la familia estaban a flor de piel, y la sensación de que algo sobrenatural estaba ocurriendo en su hogar se volvió abrumadora.
Ante la creciente inquietud, los padres de Sarahí decidieron buscar ayuda en el sacerdote del pueblo. Esperando poner fin a los eventos inusuales, invitaron al sacerdote a bendecir su hogar y a la muñeca Hortencia. El sacerdote realizó rituales de protección y oraciones para alejar cualquier influencia negativa, buscando restablecer la paz en la casa.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la sombra de una tragedia próxima parecía persistir. Los días pasaban con un aire de anticipación inquietante, y la familia de Sarahí vivía en constante tensión, esperando el desenlace inevitable. La muñeca Hortencia, una vez un regalo inocente, se había convertido en un símbolo de misterio y malestar que acechaba sus vidas.
La historia de la muñeca Hortencia perdura como un recordatorio de cómo lo aparentemente inofensivo puede transformarse en algo oscuro y perturbador. Aunque la verdad detrás de los eventos permanezca en la oscuridad, la experiencia de la familia de Sarahí sirve como un testimonio de cómo la percepción del mundo puede cambiar radicalmente cuando nos encontramos enfrentando lo desconocido y lo sobrenatural.