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Criaturas Extrañas En el bosque Misterio

Los Aullidos de la Oscuridad en las Montañas Siberianas

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Hace dos siglos, en las gélidas y desoladas montañas de Siberia, los hermanos Vasilievich vivieron una experiencia de horror que nunca olvidarían.

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Hace dos siglos, en las gélidas y desoladas montañas de Siberia, los hermanos Vasilievich vivieron una experiencia de horror que nunca olvidarían. Ivan y Mikhail Vasilievich eran cazadores intrépidos que se aventuraron en los oscuros rincones de las montañas en busca de pieles y alimentos durante un invierno particularmente implacable.

La región estaba envuelta en un manto de nieve y hielo, y el viento aullante parecía susurrar secretos oscuros entre los árboles retorcidos. Ivan y Mikhail, acostumbrados a las dificultades de la vida en la taiga, se adentraron en el frío sin temor, con sus abrigos de pieles y sus armas en mano.

Una noche, mientras acampaban en las profundidades de las montañas, los hermanos comenzaron a escuchar un sonido inusual. Eran aullidos, pero no como los de los lobos que a veces merodeaban la región. Eran aullidos que parecían emanar de la misma oscuridad, un lamento desgarrador que erizó los vellos de sus cuellos.

Ivan y Mikhail intercambiaron miradas preocupadas. El sonido no se parecía a nada que hubieran oído antes, y parecía retumbar en sus almas con una sensación de peligro inminente. Se aferraron a sus armas y esperaron, con el fuego crepitando entre ellos como único consuelo contra la noche implacable.

El aullido persistió durante horas, creciendo en intensidad y cercanía. Parecía rodearlos, como si las sombras mismas estuvieran susurrando en su oído. Ivan y Mikhail se prepararon para un ataque, sus corazones latiendo con fuerza y sus mentes llenas de temor.

Finalmente, cuando el aullido llegó a su punto máximo, una figura emergió de la oscuridad. Era una criatura que parecía una amalgama de hombre y bestia, con pelaje oscuro y ojos brillantes como carbones encendidos. Su aullido era una mezcla de lamento y ferocidad, llenando el aire con una energía ominosa.

Los hermanos Vasilievich, paralizados por el horror, apenas podían moverse. La criatura se acercó lentamente, su mirada fija en ellos con una intensidad que parecía penetrar hasta lo más profundo de sus almas. Ivan y Mikhail sintieron una presión abrumadora en el pecho, como si estuvieran siendo arrastrados hacia la oscuridad de la criatura.

Con un esfuerzo de voluntad, lograron desviar la mirada de la criatura y corrieron en la dirección opuesta. Corrieron a través de la nieve y el hielo, el viento aullando en sus oídos y la sensación de que la criatura estaba persiguiéndolos. Finalmente, llegaron a un claro donde la luna brillaba débilmente sobre la nieve.

Cuando se volvieron, la criatura había desaparecido, pero los aullidos continuaban, retumbando en el aire. Ivan y Mikhail se aferraron el uno al otro, temblando de miedo y agotamiento. No sabían qué habían enfrentado en las montañas, pero sabían que habían presenciado algo más allá de la comprensión humana.

A medida que regresaron a su aldea, Ivan y Mikhail compartieron su historia con los lugareños, quienes les contaron sobre las antiguas leyendas de una criatura de las montañas, una entidad oscura y antigua que vagaba por la taiga en noches de tormenta. Los hermanos Vasilievich se convirtieron en testigos de un horror ancestral, una experiencia que los persiguió en sus pesadillas durante el resto de sus vidas y dejó una marca indeleble en sus almas.