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El Susurro del Pasado: El Fantasma del Niño

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Una noche, mientras estaban sentados en la sala de estar, el susurro comenzó a llenar la habitación.

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En una antigua casa en las afueras del pueblo, la familia Gómez vivía en paz. Sin embargo, sus vidas darían un giro inesperado cuando comenzaron a escuchar un susurro suave en las noches tranquilas, un susurro que parecía venir de ninguna parte y de todas partes al mismo tiempo.

La familia Gómez estaba formada por Ana y Diego, padres amorosos, y su pequeño hijo, Lucas. Una noche, mientras estaban sentados en la sala de estar, el susurro comenzó a llenar la habitación. Al principio, pensaron que era el viento o algún sonido fuera de lugar, pero pronto se dieron cuenta de que el susurro tenía un tono inusualmente melódico.

El susurro continuó noche tras noche, y la familia comenzó a sentir que no estaban solos en su propia casa. Un día, mientras Ana ordenaba el ático, encontró una vieja caja de juguetes. Entre los juguetes, había una fotografía de un niño sonriente, con ojos brillantes y cabello oscuro. La imagen no era familiar para ellos, y cuando preguntaron a los vecinos, nadie parecía reconocer al niño.

Las noches se volvieron cada vez más inquietantes. El susurro se intensificó, y la familia comenzó a escuchar risas suaves y el sonido de pasos ligeros en las escaleras. Lucas, el pequeño hijo de la familia, a menudo parecía absorto en una conversación con alguien invisible, sonriendo y riendo mientras jugaba solo en su habitación.

Un día, mientras Ana estaba en la cocina, vio a través de la ventana a un niño pequeño parado en el jardín. El niño tenía cabello oscuro y estaba vestido con ropas antiguas. Cuando Ana abrió la puerta para acercarse, el niño desapareció en el aire. A medida que pasaban los días, los avistamientos del niño fantasma se volvieron más frecuentes.

Desesperados por comprender lo que estaba sucediendo, Ana y Diego buscaron la ayuda de un historiador local. El historiador examinó la fotografía del niño y les explicó que la casa había pertenecido a una familia en el siglo XIX. Un niño llamado Mateo había vivido allí y había desaparecido misteriosamente una noche de tormenta.

La familia Gómez comenzó a sentir una conexión más profunda con el niño fantasma. A medida que compartían su historia y sus sentimientos, el susurro se volvió menos inquietante y más reconfortante. Comenzaron a entender que el espíritu de Mateo parecía estar tratando de comunicarse, tal vez en busca de compañía o simplemente para ser recordado.

Un día, mientras Lucas jugaba en su habitación, Ana y Diego escucharon una risa suave y familiar, una risa que resonaba con la alegría del niño que habían llegado a conocer a través de los susurros y los avistamientos. Se dieron cuenta de que, aunque el niño fantasma había traído una sensación de misterio, también había traído una sensación de cercanía y unidad.

Con el tiempo, el susurro del pasado se desvaneció gradualmente, pero la conexión que la familia Gómez había sentido con el niño fantasma perduró. La casa ya no era solo un hogar; se había convertido en un recordatorio de que las vidas pasadas y presentes pueden entrelazarse de maneras inesperadas, dejando huellas en el corazón y en el tiempo.